26.7.10

Si me voy...


"Pero si me voy, yo no me voy a sentir bien. Ni vos te vas a sentir bien."

Agosto

¿Qué tan fuerte se considera?
Llora.
¿Qué es lo que le duele?
Llora.
¿Cómo puedo hacer para ayudarla?
Silencio.
¿Quiere que la abrace?
Suspira.
¿Llamo a algún familiar?
Se prende un cigarrillo.
¿Qué hago?
Sigue llorando. Agosto.
Pasó mucho tiempo.
Basta de recordar.
Cuesta.
Lágrimas recorren su mejilla.
Y mi alma.

Incansable inocencia


Una palabra enérgica
acompañada de un letargo de un sueño.
Una sonrisa púdica
junto con un niño inocente.
Un abrazo forzado
retenido por alguna energía.

Verbos


Un simple paso puede cambiar el mundo.
Apencar, aferrar y sujetar.
Hazlo fuerte, casi hasta quedarte sin aire.
Cuidado.
Tropezar, caer y chocar.
¿Fácil? No, al contrario.

Refugio


Escondite de niños
O salvación de adultos.
Debe ser fuerte,
como los sentimientos que recorren la sangre
cuando alguien se oculta por un tiempo.
Refugio, se asemeja al dolor,
me recuerda a ese misterio,
inmortalizando mi pudor y
quemando mis recuerdos.
Refugio, tan simple como eso.

4.7.10

Error


Ayer estabas lejos, pero te sentía cerca.
Hoy intento no observarte demasiado.
Cometí un error.
¿Cometí un error?
Basta para mí.

Una lágrima sobre el teléfono (público)

Hace muchos años, se inventaron los teléfonos públicos –naranjas- que funcionaban con fichas. En esa época, ninguna conversación era privada, debido a que había mucha gente ansiosa por usarlo, armando una fila muy cercana a la cabina. Las fichas o cospeles se vendían en muy pocos quioscos. A veces, algunos que estaban primeros, tenían que ir corriendo a comprar otra porque el teléfono no se la devolvía y volver a hacer nuevamente la larga y tediosa fila.
Hoy los teléfonos públicos son parte del pasado. En las calles ya son una especie en peligro de extinción y forman parte del paisaje de la ciudad. Antes eran reconocidos por su color naranja; hoy pasan sumamente desapercibidos. Para los jóvenes, sobre todo, son como un adorno al que recurren sólo en casos de extrema urgencia utilizando, siempre, el sistema de cobro revertido (#19), donde el usuario puede acceder a una conversación gratis sólo si es aceptada por su interlocutor. En pocas palabras: los aparatos callejeros se utilizan como teléfonos de emergencia. Las llamadas que se realizan representan sólo el 10 por ciento del total de las de telefonía pública. El otro 90 por ciento restante se hace en locutorios o aparatos instalados en comercios. La inseguridad y la demanda de otros servicios, como el acceso a Internet, son algunas de las razones.
La aparición de la telefonía móvil acaparó el mercado de la comunicación. Mientras por un lado hay 40 millones de celulares en todo el país, los teléfonos públicos alcanzan los 140 mil (según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos -INDEC-), de los cuales algunos corresponden a Telefónica y, otros, a Telecom SA. El resto se distribuye entre otras empresas. En Telecom afirmaron que entre los robos y destrozos que sufren los aparatos públicos, se hace cada vez más caro mantenerlos en buenas condiciones. Muchas veces sufrieron el maltrato de la gente porque no funcionaban o se tragaban las monedas, pero fueron indispensables en la comunicación de los argentinos que hoy utilizan otros elementos tecnológicos más prácticos y cómodos, 2 de cada 3 personas tienen teléfonos móviles.
En la última década, el uso disminuyó su uso en un 80 por ciento (a nivel nacional). Pero todo tiene su pro y su contra. Lo bueno de estos servicioses que son económicos. La llamada urbana, de dos minutos, cuesta 20 centavos, en horario normal; y puede durar cuatro minutos en horario reducido. En cambio, desde un celular con tarjeta el llamado cuesta entre 5 y 10 veces más.
Pero en la ciudad de Buenos Aires, 5 mil aparatos salen de servicio diariamente. Conseguir un teléfono público que funcione se convirtió casi en una odisea. Cada 60 minutos, 113 teléfonos públicos dejan de funcionar, según los datos de Telecom SA y Telefónica. Y según un estudio de Defensa de Usuarios y Consumidores (Deuco), cerca del 50 por ciento de los aparatos instalados en el microcentro porteño presenta algún deterioro. En Telecom reconocen que, entre los robos y el poco uso, los teléfonos públicos dejaron de ser rentables: un equipo nuevo cuesta entre 3 mil y 5 mil pesos. Las zonas con mayor cantidad de teléfonos fuera de servicio o deteriorados son, además del microcentro porteño, Congreso, Retiro, La Boca, Constitución, Palermo, Belgrano y San Cristóbal, según datos de Telefónica y Telecom.