Muchas veces me puse a pensar que a nadie le importo. Pero cuando lo pensé por segunda vez, me di cuenta que desde el primer momento en el que vine al mundo tengo una persona a la cual hice feliz durante 9 meses sin necesidad de la presencia física, con el sólo hecho de saber que estaba creándome dentro de su panza, es una razón suficiente para hacer feliz a una persona, y para que esa persona se cuide a sí misma para que yo salga al mundo de la manera más normal posible. Y ahí es donde empiezan las cosas a las cuales yo no les di importancia casi nunca. Porque desde el primer momento que nací, llegue a casa y ya tenía donde dormir, tenía la ropita lista elegida personalmente por ella, nunca me faltó la comida, siempre con un simple llanto era suficiente para conseguir lo que quería y muy pocas veces me dijo que no, sin importar la hora, sin importar el lugar. Siempre estuve en sus brazos y lista para recibir todo su cariño y amor, ese amor de una persona feliz por mi llegada. Y a medida que fui creciendo todo ese amor y cariño sigue siendo incondicional, irremplazable, toda la educación que fui recibiendo y los límites que me fue poniendo son parte de la manera que quiere que yo llegue a ser la mejor persona posible.
Fui siendo conciente de mis actos, me fui haciendo más independiente, y simplemente la necesitaba nada más que para que me cocine, me de plata y me de permiso para salir. Pero yo no le doy el lugar privilegiado que se merece esa persona. Quizá tomó decisiones equivocadas pero es la manera que eligió para educarme, porque así como yo tengo una persona que me guía en mi niñez, ella no tiene un manualcito ni una persona que le diga como tiene que cuidarme, como tiene que educarme, como tiene que encaminarme. Lo hace con amor, como lo siente que es mejor.
Y así como yo pretendo que entienda mis problemas debería entender que por ahí viene con un mal día, porque puede ser la persona máas dulce del mundo conmigo, pero tiene una vida, no se termina con mi nacimiento, sigue viviendo, y además de tener su cabeza pensando en lo que hago yo, simplemente llega a casa y lo mejor que le puede pasar es recibir parte de todo el cariño que me dio para olvidarse de su mal día y yo no tengo mejor manera de agradecérselo que con un malhumor típico de adolescente.
Desde que nací me enseñó que tenía que decir la verdad, que tenía que ser buena con los demás y que no tenga miedo de decir lo que sentía. También me enseñó que las cosas del suelo no se levantan, que para reyes hay que poner pastito y agua para que cuando vengan cansaditos puedan comer y calmar su sed, que Papá Noel llega por una chimenea o por la ventana, que la calle se cruza por la esquina, que si pongo mi dientito abajo de la almohada viene el ratón Pérez y me da plata y muchas cosas mas.Hoy quizás ya no me la como la del ratón ni la de los reyes o la de papa Noel, pero todas esas enseñanzas de vida que me dio las aprendí.
Le agradezco por todas las mañanas que me alegró, porque siempre hizo lo posible porque tenga la comida servida, por malcriarme, por darme todos los gustos, por esa sonrisa hermosa que la caracteriza, por enseñarme que siendo buena persona se consiguen cosas lindas mucho mas fácil, que siendo buena también puedo ser feliz, que nada es imposible si uno se lo propone. Hoy soy lo que soy gracias a mi Mamá. Sí, Mamá con mayúscula, porque como ella hay pocas.
Esto es poco comparado con lo que se merece, pero no soy lo suficientemente alta como para bajarle una estrella, tampoco soy una poeta como para regalarte una poesía, pero soy su hija y la única manera de demostrarle el cariño que le tengo es ésta, la que ella me enseñó, la que sale del corazón, sinceramente y con palabras. Siempre pero siempre va a estar en mi corazón. Es ahí en donde estará el mayor homenaje a quien más amo en el mundo, a quien más le debo todo lo que hizo por mi, a quien me ayudó y por quien daría la vida.
Fui siendo conciente de mis actos, me fui haciendo más independiente, y simplemente la necesitaba nada más que para que me cocine, me de plata y me de permiso para salir. Pero yo no le doy el lugar privilegiado que se merece esa persona. Quizá tomó decisiones equivocadas pero es la manera que eligió para educarme, porque así como yo tengo una persona que me guía en mi niñez, ella no tiene un manualcito ni una persona que le diga como tiene que cuidarme, como tiene que educarme, como tiene que encaminarme. Lo hace con amor, como lo siente que es mejor.
Y así como yo pretendo que entienda mis problemas debería entender que por ahí viene con un mal día, porque puede ser la persona máas dulce del mundo conmigo, pero tiene una vida, no se termina con mi nacimiento, sigue viviendo, y además de tener su cabeza pensando en lo que hago yo, simplemente llega a casa y lo mejor que le puede pasar es recibir parte de todo el cariño que me dio para olvidarse de su mal día y yo no tengo mejor manera de agradecérselo que con un malhumor típico de adolescente.
Desde que nací me enseñó que tenía que decir la verdad, que tenía que ser buena con los demás y que no tenga miedo de decir lo que sentía. También me enseñó que las cosas del suelo no se levantan, que para reyes hay que poner pastito y agua para que cuando vengan cansaditos puedan comer y calmar su sed, que Papá Noel llega por una chimenea o por la ventana, que la calle se cruza por la esquina, que si pongo mi dientito abajo de la almohada viene el ratón Pérez y me da plata y muchas cosas mas.Hoy quizás ya no me la como la del ratón ni la de los reyes o la de papa Noel, pero todas esas enseñanzas de vida que me dio las aprendí.
Le agradezco por todas las mañanas que me alegró, porque siempre hizo lo posible porque tenga la comida servida, por malcriarme, por darme todos los gustos, por esa sonrisa hermosa que la caracteriza, por enseñarme que siendo buena persona se consiguen cosas lindas mucho mas fácil, que siendo buena también puedo ser feliz, que nada es imposible si uno se lo propone. Hoy soy lo que soy gracias a mi Mamá. Sí, Mamá con mayúscula, porque como ella hay pocas.
Esto es poco comparado con lo que se merece, pero no soy lo suficientemente alta como para bajarle una estrella, tampoco soy una poeta como para regalarte una poesía, pero soy su hija y la única manera de demostrarle el cariño que le tengo es ésta, la que ella me enseñó, la que sale del corazón, sinceramente y con palabras. Siempre pero siempre va a estar en mi corazón. Es ahí en donde estará el mayor homenaje a quien más amo en el mundo, a quien más le debo todo lo que hizo por mi, a quien me ayudó y por quien daría la vida.
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