8.6.09

Entrevista a Gustavo Noriega


Entrevista a Gustavo Noriega
“Lo último que quisiera en mi vida es ser Roberto Pettinato”
El panelista de “Duro de Almorzar” es multifacético: columnista en Canal 13, conduce “El Amante TV” en Canal (á), es crítico cinematográfico, participa en “La Cornisa, el programa de Luis Majul de La Red, escribe en Crítica de la Argentina sobre fútbol y televisión, dirige la revista de cine “El Amante” y, hace 18 años, tiene una escuela de cine en Lavalle y Ayacucho, donde es director y docente.

Su sueño es vivir en Londres. Es escorpiano, licenciado en Ciencias Biológicas, crítico de cine y, desde hace cinco años, panelista de televisión. Tiene 52 años, un hijo de 15, dos hermanas y un hermano que murió de cáncer de pulmón. Dice que tiene fobia social, que no sabe manejar y se jacta de su buen carácter. Pero es muy holgazán: “Siempre dejo para mañana lo que puedo hacer hoy.” Se separó de la madre de su hijo Francisco en el ´99 y ahora está casado con Mariela, una acuariana de 37 años, “que maneja y me maneja”. Gustavo Noriega vive en Boedo junto a su esposa. Es ella quien se encarga de administrar “El Amante/Escuela” y la revista mensual que “sobrevive hace 18 años”.
Ahora está filmando la tercera temporada de “El Amante TV”, que saldrá al aire en julio por Canal (á). Se trata de programas de media hora en donde está presente la mayor cantidad de redactores posibles de la revista. La temporada tiene trece capítulos y cada uno se basa en una película distinta. “Somos tres amigos que nos juntamos en una casa, pedimos pizza y comentamos sobre las imágenes”, cuenta Noriega.
El panelista de Duro de Almorzar egresó en 1982 de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Cuenta que le gustaba mucho estudiar las materias, y cuando se recibió empezó a trabajar en procesamientos de censos y encuestas. “Siete años más tarde, entré al INDEC y después de trabajar allí por mucho tiempo, tuve dos opciones: seguir en ese lugar o integrar un programa de televisión.” Renunció al INDEC en 2004 y ese año tuvo su primera exposición pública en Indomables.


¿Cómo fue estar en un estudio de televisión por primera vez?
Fue shockeante. Me habían dicho que no iba a estar todos los días en el programa, sólo dos veces por semana. Yo estaba tranquilo. Volví un domingo de vacaciones y ese día me llamó Diego Gvirtz, el productor, para decirme que vaya al día siguiente al estudio aunque no salga al aire, sólo para ponerme canchero. Y fui. Llegué una hora antes y alguien me preguntó si tenía algo para decir sobre el suicidio de la mujer de Pipo Cipolatti. Les dije que sí.

¿Y qué pasó?
Me pidieron que me ponga un traje y me mandaron a un camarín. Golpeé la puerta y me abrieron Guillermo Pardini y el Chavo Fucks. Yo no entendía nada. En el tercer bloque me agarraron y me pusieron al aire. Me acuerdo que lo primero que hice fue criticar a Jorge Rial.

¿Tuvo alguna repercusión tu comentario?
Salí del canal, me tomé un taxi y llegué a mi casa. Mi mujer me abrió la puerta y, sin saludarme, me dijo: “Rial estuvo hablando mal de vos en su programa”. Un buen comienzo.


La otra cara de Gustavo Noriega


¿Cómo manejás tu fobia social con la exposición pública permanente?
Hay una cosa rara de mi personalidad. La exposición pública no me afecta. Cuando tenía 24 años daba clases, me encantaba. Tenía a treinta personas enfrente y era histriónico, hacía chistes. Pero era muy tímido en el cara a cara, enfermizamente tímido. Había cosas que no podía hacer y una de esas era hablar con alguien que no conozco o conozco poco.

¿Cuándo te diste cuenta que re resultaba difícil interactuar con los demás?
Cuando tenía 19 años. Trabajaba en una librería de empleado. Mi jefe me pedía que llamara a una editorial y no le podía decir que no. Entonces, hacía como que llamaba y después le decía que no me podía comunicar. También me daba mucha vergüenza ir a cortarme el pelo, no iba nunca. La relación con el peluquero me parecía demasiado íntima.

Entonces si no ibas a la peluquería, tenías el pelo larguísimo. ¿Cómo hacías?
Me cortaba el pelo dos veces por año. El día que decidía ir al peluquero pasaba por las puertas de las peluquerías y seguía de largo. En una me parecía que había mucha gente, en otra, poca.
Pese a su timidez, el panelista no se priva de nada y, mientras responde las preguntas, desmenuza una pechuga de pollo con las manos. Para comer la ensalada sólo usa el tenedor pero si se le está por caer algún pedazo de lechuga, el dedo es la mejor ayuda.


¿Duro de Domar o Duro de Almorzar?


¿Qué opinás de Fabio Alberti?
La relación con Fabio es muy buena y, la verdad, es todo lo contrario de Roberto Pettinato. Fabio es un tipo súper trabajador: es el primero que llega al canal, trabaja tiempo extra, prepara todo y lo más importante es que está con nosotros al mismo nivel. Roberto es muy estrella, tiene algo mágico, en algún sentido es mucho más atractivo, pero te cansa.
¿Te gustaría ser Roberto Pettinato?
Lo último que quisiera ser en mi vida es ser Roberto Pettinato. Veo que tiene un talento superior y que está en otra categoría, pero llevar adelante la vida de `Petti´ debe ser terrible: es la persona más depresiva que conocí en mi vida.

¿Encontrás alguna diferencia entre el programa de antes y el actual?
Lo más grave es el cambio de horario. No sabemos hacer un programa para la gente que está al mediodía en su casa. Los que nos veían antes, ahora no tienen tiempo de verlo. Sinceramente no conozco a nadie que nos mire.

¿Te gusta “Un mundo perfecto”, el nuevo programa de Pettinato?
Siempre dije que lo que más le gusta a `Petti´ no es lo mejor que hace. Él es muy bueno interactuando con otros y cuando estaba con nosotros, le dábamos pie todo el tiempo. Ahora que está solo piensa que sus monólogos son geniales y a mí no me gustan.

¿Estás contento con lo que sos?
Sí. En general, lo que quiero es que el tiempo se detenga y quede todo así. Trabajo en un programa que me divierte. Hago radio con Luis Majul: me llama y hablo de cine. Escribo sobre fútbol y televisión en Crítica de la Argentina. Sólo me gustaría hacer un poco más de radio o tener un programa propio. ¿Es mucho pedir?

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