Tumba La Tá junto a Contemporánea Argentina fueron los encargados de abrir la noche del último viernes de agosto en el Teatro de Flores. La entrada decía “Fiesta Latinoamericana” y era de muchos colores. Sonidos extraños hicieron que poco a poco el escaso público comenzara a bailar. Primero con timidez, luego desaforados.
Algo para dejar en el recuerdo fue ver bailar a una chica de saquito verde y vestido floreado. No cabe duda que fue la protagonista de la noche, que llamó la atención de todos los presentes y que supo gesticular su cara para darle miedo a los que estaban en “primera fila”.
Sacando ese llamativo e inolvidable episodio, el telón se cerró, la chica dejó de moverse satánicamente y se bajaron las luces. Comenzó a sonar música y la gente lentamente empezó a ocupar el centro del lugar. Los umbanda se hicieron presentes tiempo después y, como era de esperarse, lograron crear un ambiente llenó de sonrisas y saltos al compás de su música.
Entre cervezas, tragos, cigarrillos y algo más, se pasó la noche. Para sorpresa de todos, el lugar no se llenó, la gente no se amontonó y el público no se abalanzó hacia las tablas cuando apareció en escena La Mancha de Rolando con Vagabundear, del disco Espíritu.
Hacia el sur, Rock del minero y En la calle fueron las que sonaron después. La banda de rock nacida al Sur de Buenos Aires, más precisamente en Avellaneda, tocó varias canciones más: Buscar, Sincera, Chino, Cabrón y Alta suciedad. Su fin no era movilizar a toda la gente del Teatro, ni que los fans coreen sus canciones, ni que cuelguen banderas de los palcos. Eso quedó muy claro. Continuaron con Sequía, En la altura, Carolina, Arde la ciudad, Siempre esperando, Santa María y Mentalidad parroquial. El grupo disfrutó de la madrugada como nadie pudo hacerlo. Antes fue la última canción pero sonó igual que todas las demás. Si su idea era trasmitir paz, lo lograron, como siempre.
7.9.09
Hasta acá vine tranquilo, sabiendo esperar
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