TEA
Se sintió ahogado por tanta hermosura. Los músculos y pliegues de piel de su cara dibujaron el más perfecto retrato de felicidad. La vista se le tornó borrosa, parpadeó y sintió correr entre todas las gotas frías posadas en su mejilla una gota caliente. Extendió su mano, y vio caer una lágrima en ella, le resultaba incomprensible la idea de que esa pequeña, y simple en esencia, pizca de agua salada contenía esos sentimientos tan complejos en su absoluta simpleza. Hubiera querido guardarla.
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