19.10.09

134




Cinco personas de mediana edad y dos jóvenes con la camiseta de Racing se suben al colectivo 134, en el barrio de Dock Sud. Uno de los adolescentes le dice al otro que tienen que prestar atención cuando pasen por la sede del club porque le contaron que iba a estar la barra brava de Independiente en la puerta.
Llueve y cada persona que se sube al colectivo salpica el piso con sus paraguas. En la Avenida Bartolomé Mitre se sube una multitud de gente que, al parecer, vuelve de la cancha de Independiente. Llegó el peor momento, el olor nauseabundo proveniente del Riachuelo que invade el colectivo cada vez que transita por el Puente Pueyrredón.
El llanto de un bebé que está sentado con la mamá en uno de los primeros asientos y las gotas de lluvia son las únicas melodías que se escuchan dentro del colectivo. En la Avenida Ramón Carrillo se observan graffitis en todas las paredes con reclamos y denuncias políticas. “Vivienda digna, sólo eso pide la CTA”, “Sí al aborto”, “Abajo el gobierno de Kirchner”.
El bebé continúa llorando. La mamá intenta calmarlo mostrándole los taxis estacionados de la esquina de Salta y Caseros y, luego, señalándole las pancartas de películas argentinas que están expuestas en el frente del Sindicato de Cinematógrafos. Se escucha algo de cumbia: proviene de Radio Estudio, la bailanta más conocida de Constitución; en la puerta, toda la gente de barrio toma la preciada cerveza.
La mamá y el bebé se bajan y un silencio invade el colectivo. En el mismo momento, sube una señora rubia de pelo lacio y mal vestida. Se llama Liliana y es una vendedora ambulante. Se presenta: “Buenas tardes señoras y señores pasajeros. Como ustedes ya me conocen no voy a perder tiempo y voy a ir directamente a lo que nos interesa. Hoy les traje los maravillosos sahumerios hindúes que en cualquier comercio pagan 5 pesos, yo se los ofrezco a 2 pesos”, y continúa con su discurso diario. Varios de los pasajeros le compran y ella se despide dándoles una bendición. En el resto del trayecto sube gente, otra baja.
De a poco va cambiando el paisaje que los pasajeros divisan a través de la ventana y la clase de gente que se sube. Se ven autos caros y casas impresionantes. Ningún graffiti estropea la visión de los viajantes. El chofer prende la radio. La avenida Pedro Goyena y esa hermosa arboleda le dan color al viaje. Hay una congestión en el semáforo de la calle Puan debido a la salida de los chicos del colegio Canada School. Bocinas y los gritos de los nenes que corren es lo único que se escucha.
Luego de un rato no hay más ruidos. Nadie tose y la mayoría de los pasajeros están intentando dormir una plácida siesta. El colectivo, a simple vista, parece lleno. El barullo de los automóviles en la Avenida Nazca es el peor sonido de cualquier despertador. La mayoría de los viajantes descienden del colectivo. Los demás siguen hasta Villa Devoto.

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