Los periodistas no cumplen con su trabajo
Inteligencia, persistencia, y profundidad son las tres cualidades principales del periodista. Pero, también, esconden sus capacidades para ser batallador, sagaz y revelador, y sobrepasar los límites. Emplear medios desleales para obtener una información o sorprender la buena fe de alguien, son una de las causas principales del maléfico periodismo actual.
Recibir dinero de una empresa pública o privada en la que puedan aprovecharse de sus influencias, sus relaciones o su calidad de periodista, también están en la declaración de los deberes de ese trabajo, pero no se cumple. Y si las reglas no se siguen al pie de la letra, se generan problemas.
Actualmente, los periodistas no se encargan de dar información a los lectores, sino de invadir la privacidad de los personajes públicos, exponer a cada una de sus familias y arruinar la carrera de cualquiera. Y todo eso se logra gracias a la acusación sin pruebas, alteración de documentos, deformación de los hechos y violación del secreto profesional.
Los periodistas dejaron de hacer su verdadero trabajo para concebir negocios a partir del uso de la libertad de prensa con intención interesada. A consecuencia, el talento de los famosos pasó a segundo plano. Lo que importa ahora es el escándalo. Es terrible que el periodista busque declaraciones continuamente para que el conocido que pone en tela de juicio sea odiado por el público, otro se enoje o se generen peleas, mediante títulos sin información veraz.
Sin embargo, las personalidades del espectáculo cada vez se sienten más atacadas. Ahora, antes de dar una nota, piensan mil veces que consecuencias pueden traer sus comentarios y respuestas, porque merecen respeto, como cualquier persona. Lástima que los periodistas no se ponen en el lugar de los entrevistados. A ellos tampoco les gustaría que los difamen.
Recibir dinero de una empresa pública o privada en la que puedan aprovecharse de sus influencias, sus relaciones o su calidad de periodista, también están en la declaración de los deberes de ese trabajo, pero no se cumple. Y si las reglas no se siguen al pie de la letra, se generan problemas.
Actualmente, los periodistas no se encargan de dar información a los lectores, sino de invadir la privacidad de los personajes públicos, exponer a cada una de sus familias y arruinar la carrera de cualquiera. Y todo eso se logra gracias a la acusación sin pruebas, alteración de documentos, deformación de los hechos y violación del secreto profesional.
Los periodistas dejaron de hacer su verdadero trabajo para concebir negocios a partir del uso de la libertad de prensa con intención interesada. A consecuencia, el talento de los famosos pasó a segundo plano. Lo que importa ahora es el escándalo. Es terrible que el periodista busque declaraciones continuamente para que el conocido que pone en tela de juicio sea odiado por el público, otro se enoje o se generen peleas, mediante títulos sin información veraz.
Sin embargo, las personalidades del espectáculo cada vez se sienten más atacadas. Ahora, antes de dar una nota, piensan mil veces que consecuencias pueden traer sus comentarios y respuestas, porque merecen respeto, como cualquier persona. Lástima que los periodistas no se ponen en el lugar de los entrevistados. A ellos tampoco les gustaría que los difamen.
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