19.10.09

Entrevista al fotoreportero José “Pepe” Mateos






Entrevista al fotoreportero José “Pepe” Mateos

“Las fotos para mí son un medio de vida”

El fotógrafo asegura que se empeña día a día en mejorar su actividad debido a que se siente capaz de registrar, significar y potenciar cómo se vive en la Argentina.

A los 28 años se publicó su primera fotografía junto a una entrevista al militante Luis Zamora en El diario de Neuquén. Su trabajo más sobresaliente fue reproducir las imágenes del momento en que la policía mató a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán: dos piqueteros que el 26 de junio de 2002 se encontraban en la estación de trenes de Avellaneda. Actualmente, con 49 años, se desempeña en el diario Clarín.

¿Por qué decidiste ser fotógrafo?

La verdad que no lo sé. Convergieron algunas cosas. En principio una obsesión, que no sé de dónde viene. Quería ser fotógrafo y hacer películas. No encontraba el modo. Entrar a trabajar en El diario del Neuquén en 1987 me dio como un canal para saber por dónde avanzar.

¿Qué importancia tiene para vos la fotografía en una nota?

Hay distintos tipos y jerarquías de nota. En algunos casos la foto puede ser apenas una ilustración y en otros la clave para la lectura de la nota. Una foto es (debe ser) algo más que una ilustración, debe aportar una lectura que complemente y a la vez abra nuevas interpretaciones con respecto al texto.

Teniendo en cuenta que fuiste parte de un hecho trascendente para la Argentina como fue el caso Kosteki – Santillán, ¿qué sentiste en el momento que fotografiabas el episodio?

Ser participe de los hechos de Avellaneda, hasta la mañana del día posterior a la represión, había sido una nota más dentro de la convulsión latente en la calle, vivida con mucha intensidad desde lo periodístico, lo social y lo personal. A partir de que las fotos adquieren un carácter de prueba ante la versión mentirosa que daba el gobierno -no aceptaban que la policía había cometido el delito-, empieza a pasar algo que, quieras o no, te conmociona y te pone en un lugar un poco raro, indefinible. En el momento en que todo sucedía, lo veo ahora, estaba envuelto en la acción y a la vez pensaba qué significaba, qué era lo que estaba sucediendo.

¿Y hubo escenas que no fotografiaste?

Sí, hubo imágenes que vi a través de la cámara y dudé en apretar el botón, como un primer plano del rostro de Maximiliano Kosteki. Esa imagen la seguí viendo mucho tiempo después y fue uno de mis mayores problemas para dormir tranquilo.

¿Qué pensás acerca de la película que salió luego del episodio?

Me pareció excelente. La película lleva el titulo de tapa de Clarín del día 27 de junio de 2002: La crisis causó dos nuevas muertes. Es uno de los eufemismos de la prensa gráfica que más polémica causó en los últimos años. El entonces editor general de Clarín, Julio Blanck, confesó tiempo después que la elección de esas palabras fue "desacertada para ese contexto", pero ya era tarde. La volanta de ese titular aseguraba también que no se sabía quiénes dispararon contra los piqueteros. La justicia asegura que Clarín tuvo acceso a la totalidad de las fotos con la secuencia completa de los disparos de la policía contra los manifestantes, y yo también porque las fotos las saqué yo. Vivir en la Argentina es así. A veces hay que cerrar la boca porque no se puede luchar contra las injusticias. Participé en la película en carácter de entrevistado dando mi versión y parecer de los hechos, sin culpar a nadie.

¿Estuviste presente en alguna situación peligrosa?

Recuerdo en este momento un tiroteo en Fuerte Apache cuando hacía apenas quince días que había entrado a Clarín y quedé en el medio de las balas de la policía. Luego, en abril del 96, una pelea en Parque Rivadavia entre punks y skinheads donde murió un skinhead, Marcelo Scalera, creo que se llamaba. También ahí quedamos en el medio de la pelea con otro fotógrafo y por un momento sentí cierto riesgo. Hubo varias situaciones en que la tensión era muy grande como cuando desalojaron Bruckman y por supuesto lo que sucedió en Avellaneda también fue difícil.

¿Qué sensación te genera ver tus fotografías?

Todo es variable. En principio me enorgullece y sería tonto decir otra cosa, ver fotos mías en distintos lugares, en algunos casos más que otros. Otras pienso que siempre estoy haciendo la misma foto con ligeras variantes. Como si siempre viera lo mismo y estuviera cerrado a ver otra cosa. También tengo la sensación que les falta algo, que son básicamente imperfectas, pero eso es porque soy muy inseguro de mí mismo.

¿Qué fue lo que más te marcó al momento de fotografiar?

En enero del 89 participé de un taller de fotoperiodismo en el que había fotógrafos que son referentes indiscutibles, más allá de los gustos de cada uno, como Susan Meiselas y Sebastián Salgado. En particular, la posición ética y personal de este último, reafirmó cosas que yo pensaba y sentía respecto a la profesión.

¿Qué te gustaría haber fotografiado y no pudiste?

En principio, muchas cosas que viví. Me hubiera gustado fotografiar la plaza de Mayo el día que Perón echó a los montoneros, a las cúpulas de la dictadura, a Martínez de Hoz. También a los Beatles cuando grababan. Y al Che en Europa, antes de ir a Bolivia y otros proyectos que pensé y dejé en el camino.

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